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Polleras escaladoras: 11 cholas conquistan el Huayna Potosí
Cuando Ana Lía Gonzales vio una estrella fugaz pidió un deseo:
llegar a la cima del Huayna Potosí. Era la madrugada del jueves 17 de diciembre, a
más de 5.500 metros sobre el nivel del mar (msnm), y la travesía había empezado
el día anterior. El frío de la noche arreciaba y el cansancio estaba mermando
sus fuerzas. No obstante, el cielo permitía ver un mar de estrellas que parecía
estar tan cerca de alcanzar, lo que le dio el impulso suficiente para completar
la proeza.
Ana Lía forma parte de la comitiva de 11 mujeres que visten
polleras y que llegaron a lo más alto del nevado Huayna Potosí (6.088 msnm),
como una demostración de que son capaces de superar cualquier límite y más aún
siendo orgullosas cholas. “La pollera es la identidad del pueblo paceño.
Heredera del mestizaje, voluntariosa, incisiva en su parla cotidiana y melosa
cuando quiere obtener algo, es el alma de su hogar y en ella radica la economía
de su familia”. El escritor Antonio Paredes Candia describe así a la chola,
quien además de estas características es luchadora y perseverante, como las que
alcanzaron lo más alto del “Joven estruendoso”, la traducción al español del
Huayna Potosí. Aparte de sus lazos familiares, las une un sentimiento común: el
cariño por la montaña, porque nacieron y crecieron cerca de nevados, lo que con
el tiempo les permitió trabajar como cargadoras de mochilas, cocineras o guías
de turistas, llevando bultos de más de 40 kilos por sendas de roca y nieve, con
el alimento para los guías y los visitantes, por encima de los 5.130 msnm.
Dentro de sus aguayos suelen transportar sopa de verdura, plato
paceño, trucha criolla, sopa de quinua o phisara. “Creo que los extranjeros se
aburren de su comida y por eso quieren probar nuestros platos”, comenta Lidia
Huayllas, quien no dudó ni un momento cuando el conocido escalador Bernardo
Guarachi le propuso que preparara los alimentos para un grupo de escaladores,
hace más de 15 años.
Domitila Alaña está ligada al área turística hace 17 años,
primero en la parte gastronómica y después como guía de senderismo o trekking.
De repente, durante la charla sobre su experiencia, comenta un dato que para
ella es, en apariencia, normal y natural. “He ‘hecho’ el Huayna Potosí dos
veces”, revela con respecto a cuando subió por primera vez al nevado paceño, en
2004. “Antes era solo escalada, ha sido difícil, pero ahora se sube al Huayna
caminando”, comenta. Un día, Lidia arengó a sus compañeras: “Si nuestros esposos
(guías de alta montaña) van allá arriba, ¿por qué nosotras no podemos ir?”. De
esa manera, en primera instancia se animaron cuatro, luego fueron siete, hasta
que finalmente resultaron ser 11 las mujeres que decidieron emprender la
aventura hacia el nevado ubicado a 25 kilómetros de la ciudad de La Paz.
La
mañana del miércoles 16 de diciembre, ocho guías varones y las 11 mujeres se
reunieron en la plaza Germán Busch, en la zona Alto Lima de la urbe alteña. Si
bien la niebla hacía pronosticar un mal tiempo, la delegación se encontraba
optimista de que el cielo se despejara por completo. “Como es temporada baja,
pensamos que las señoras podían subir a la montaña”, cuenta David Mayta, uno de
los 50 miembros de la Asociación Andina de Promotores de Turismo en Aventura y
Montaña (AAPTAM).
David informa que para ascender por encima de los 4.800 msnm se
necesita al menos un día de aclimatación o práctica con todo el equipo que se
usa en las incursiones. En el caso de estas mujeres, como su vida se desarrolla
en las alturas, no tuvieron mayores inconvenientes.
Las vagonetas partieron a las 10 de la mañana hacia el
campamento base, ubicado a 4.700 msnm, adonde se llega al mediodía para
almorzar. La llovizna de la mañana se había convertido en lluvia, lo que
significaba que estaba nevando en lo alto del cerro. Después de preparar todos
los implementos necesarios, el grupo caminó dos horas hasta Campo Rocas, el
segundo campamento (5.130 msnm), donde durmieron hasta la medianoche. David
indica que lo recomendable es subir de noche porque las bajas temperaturas
convierten la nieve en hielo, lo que facilita la ascensión a la cumbre. En
cambio, durante el día, “con el calor del sol, la nieve se vuelve muy blanda y
es difícil caminar, además que hace calor”.
Se debe poner mucha atención durante el recorrido nocturno, por
las avalanchas o las grietas que aparecen en la ruta. “Durante la caminata se
debe estar atento, no detenerse en cualquier parte para descansar o sacarse
fotos, porque existen pendientes donde se pueden perder los enseres, las
mochilas, las cámaras fotográficas y hasta la vida”, advierte David.
A la una de la mañana, cuando salieron del refugio, el cielo se
había despejado, y desde lo alto Domitila pudo ver La Paz como si se tratase del
cielo estrellado, con las luces blancas y amarillas que iluminan calles y casas.
Las bajas temperaturas, el viento y la senda en la que se confundía la roca
áspera y el hielo resbaladizo no amilanaron a las andinistas. “No solo los
hombres pueden hacer cumbre, también lo podemos hacer las mujeres. No es
difícil, es una bonita experiencia”, asegura Bertha Vedia, quien siempre tuvo la
curiosidad por conocer lo más alto del nevado.
Sin
embargo, hubo momentos en que el camino se tornó dificultoso, como cuando se
encontraron con grietas, que pueden tener 20 metros de profundidad y dos metros
de ancho, según cuenta Ana Lía, quien acompaña a sus padres en las subidas a los
cerros desde que tiene 10 años. “Debes tener mucho valor para saltar las
grietas, como son aberturas de hielo, tienes que acercarte a la orilla lo más
posible”. Pala Chica es otro sector de riesgo, pues se trata de una pared de
hielo alto y de difícil ascenso, “donde se necesita una buena condición física y
mucho carácter”, cuenta Dora Magueño, con experiencia en gastronomía desde hace
una década.
El hecho de vestir pollera también les dificultó la travesía,
debido a que impide el movimiento con los crampones (pieza metálica con puntas
afiladas que se fija a la suela de las botas de escalada). “Es dificultoso
porque al cramponear se enreda la tela y perjudica”.
En un momento en que el frío arreciaba y el cansancio mermaba
las fuerzas de las escaladoras, Ana Lía —quien cursa Turismo en la Universidad Mayor de San Andrés (UMSA)— vio en el firmamento
varias estrellas fugaces. Fue cuando ella pidió un deseo: llegar a la cima del
Huayna Potosí.
En el amanecer, como si la naturaleza quisiera poner una última
traba a las mujeres, el viento soplaba con más fuerza y caía un poco de nieve.
“Es cuando la pollera vuela hasta arriba”. A las seis de la mañana, atadas con
una soga y bien abrigadas, Yanet Mamani y Cecilia y Rufina Llusco fueron las
primeras en llegar a lo más alto, donde el frío pasa a un segundo plano, pues la
vista es singular, con lagunas, una infinidad de picos, el Illimani al frente y
la nieve que parece evaporarse al sentir a la comitiva. “Lo más lindo es pisar
la nieve, es como estar sobre algodón, uno puede sentir esa emoción cuando está
ahí arriba”, cuenta Lidia, a quien al recordar ese momento se le entrecorta la
voz.
Eulalio Gonzales, presidente de AAPTAM —formado por
especialistas en alta montaña—, informa que el próximo objetivo es que las
cholitas suban ocho montañas de más de 6.000 msnm: Huayna Potosí, Illimani,
Sajama, Acotango, Parinacota, Pumarapi, Janko Uma y Chachacomani, para luego
subir al Illampu (6.368 msnm).
“La mujer de pollera siempre ha sido discriminada, pero
queremos que vean que sí se puede y que vengan más para sentir esta aventura”,
dice Dora, quien junto a las otras 10 valientes no necesitó que una estrella
fugaz les otorgara un deseo, sino que les fue suficiente tener la fuerza y las
ganas de acercarse al cielo. A los 6.088 metros del nevado.
Escaladoras
• 1. Lidia Huayllas
• 2. Dora Magueño
• 3. Ana Lía Gonzales
• 4. Bertha Vedia
• 5. Pacesa Alaña
• 6. Cecilia Llusco
• 7. Benigna Quispe
• 8. Yanet Mamani
• 9. Domitila Alaña
• 10. Marga Alaña
• 11. Rufina Llusco
Vivir la aventura
AAPTAM ofrece la posibilidad de subir al Huayna Potosí, en una
aventura que dura dos días con caminatas por roca y nieve, con escalamientos y
una aventura imperdible.
Costo. Bs 500 por persona, que da derecho al uso de los equipos
y al acompañamiento del guía de alta montaña. No incluye la alimentación.
Entrada a la montaña: Bs 20.
Ingreso al refugio: Bs 70.
Contactos
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• 71958606
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Facebook: Asociación Andina de Promotores de Turismo en
Aventura y Montaña.// La Razón
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