El Gran Poder, de la festividad barrial y religiosa a la fiesta para mostrar la fastuosidad


A principios del siglo XX la celebración del Gran Poder era una festividad religiosa, barrial y congregante principalmente de los migrantes del campo, pero su tránsito en el tiempo la consolidó como una fiesta de la ciudad y como un instrumento para mostrare a la sociedad paceña.

El historiador Johnny Guerreros ha estudiado el devenir de esta fiesta anual, con tres etapas diferenciadas en sus cambios internos: entre 1905 y 1970 se trata de una festividad religiosa; la siguiente década se consolida como una fiesta de barrio y comienza a trascender a otros espacios; y desde mediados de los 80 hasta los 2000 se consolida como una fiesta cuyo principal objetivo es mostrarse abiertamente a la sociedad paceña.

Entradas folklóricas de BoliviaEn un primer momento el centro de las celebraciones es la peregrinación de la imagen del Señor del Gran Poder y el inicio de la devoción en el barrio de Ch’ijini, donde los actos religiosos (misas, romerías) organizados por la junta de vecinos y los párrocos de la iglesia tienen un espacio central. Sin embargo los vecinos y prestes logran cada vez más protagonismo en la organización de las actividades y a mediados de los 70 aparecen grupos de folkloristas y de bailarines que intentan formar parte de la entrada y, al ser rechazados inicialmente, deciden formar la Asociación de Conjuntos Folklóricos del Gran Poder.

Guerreros afirma que las nuevas fraternidades congregadas en torno a la Asociación empezaron “a ordenar la entrada, a darle realce y a desplazar los actos litúrgicos” que, incluso en la actualidad, se realizan en el siguiente domingo después de la fiesta. La entrada se convierte en el acontecimiento principal de las celebraciones, desplazando a un segundo lugar a las actividades religiosas.

En un tercer momento que se extiende hasta la actualidad se consolida la fiesta, el crecimiento de sus actividades es inusitado y producto de ello comienzan las divisiones en el interior de la Asociación de Conjuntos Folklóricos por pugnas de poder, esto provocó el incremento del número de grupos participantes y la expansión del área de acción de la fiesta.

La entrada se convierte así en una puesta en escena, una plataforma que usan sus participantes (danzantes, fraternos, pasantes) para mostrarse a la sociedad, dice Guerreros, quien explica que este interés por hacerse visibles nació mucho antes, en los años 30, cuando los bordadores intentan que más gente participe en los grupos folklóricos prestándoles la vestimenta correspondiente.

En esa puesta en escena se convocó a bailarines travestis para que la población acudiera a ver la entrada, pues las mujeres no participaron sino hasta la segunda mitad de los 80. Actualmente las fraternidades atraen a bloques de profesionales y hasta de representantes diplomáticos con el objetivo de resaltar como grupo en esa puesta en escena ante la sociedad paceña.

Los gobiernos militares no fueron nunca un escollo para la entrada del Gran Poder, sino que más bien sus organizadores comenzaron a utilizar sus alianzas con el poder político para garantizar la concreción de la fiesta. Una fotografía tomada al entonces presidente Hugo Bánzer Suarez lo muestra en una especie de palco sencillo, junto a su séquito de seguidores, observando la entrada en 1974.

Guerreros dice que esto muestra la manera en que la fiesta logró la autorización de ingreso al centro de la ciudad y la presencia del Presidente de la República, un paso importante considerando que se trataba de una festividad circunscrita a un barrio popular de la urbe.

“La fiesta no solo es el día de la entrada, es todo un ciclo que una vez que termina con la entrada”, dice Guerreros, antes de aclara que se trata de un proceso no ausente de intereses políticos y cálculos económicos. Los pasantes de este año tienen identificados a los pasantes del próximo, a quienes trasladan la responsabilidad y comienza otra vez el ciclo de la actividad, con lo que se inicia la búsqueda de aliados estratégicos para concretar esa puesta en escena del siguiente año.

“La fiesta del Gran Poder dejó de ser una celebración cristiana, en su sentido puro y ser convirtió en una fiesta boliviana a través de la Entrada del Gran Poder”, dice Guerreros, antes de plantear que la celebración en ese sentido ha llegado a grupos que manifiestan esa participación tanto en el exterior como en el interior de país.// PIEB

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